Trastornos en población adulta
TRASTORNOS DEPRESIVOS
La depresión puede considerarse como un problema social de primer orden. Según la Organización Mundial de la Salud (2015) la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a unos 350 millones de personas.
Necesitamos diferenciar la depresión como trastorno, de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana.
La depresión es un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración, de intensidad considerable, cuando causa gran sufrimiento y cuando termina afectando las actividades laborales, escolares y familiares.
La previsión para el año 2020 es que la depresión pase a convertirse en la segunda causa de discapacidad y baja laboral después de las enfermedades cardiovasculares.
La depresión constituye uno de los problemas más incapacitantes y de mayor sufrimiento para las personas que lo padecen.
Niveles de la depresión:
- Nivel sintomatológico, la depresión hace referencia a un estado de ánimo decaído y triste.
- Nivel sindrómico, la depresión implica no sólo la existencia de un determinado estado de ánimo sino también una serie de síntomas concomitantes (cambios en el apetito, problemas de sueño, pérdida de placer, inactividad, etc.). Se le llama “episodio depresivo” y se trata de un conjunto de síntomas con una gravedad y duración determinadas que puede estar ligado, de modo inespecífico, a trastornos mentales diversos o a una circunstancia específica (duelo, delirio, cambio vital, etc.).
- Nivel nosológico, la existencia de un episodio depresivo en el que los síntomas no se deben exclusivamente a otro trastorno o condición. Se le denomina “trastorno depresivo”.
TRASTORNOS DE ANSIEDAD
El término ansiedad hace referencia a un “estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo”. Puede definirse como la anticipación de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia (desagradable) y/o de síntomas somáticos de tensión.
Se trata de una reacción emocional ante la percepción de un peligro o amenaza, manifestándose mediante un conjunto de respuestas que se agrupan en tres sistemas: cognitivo, fisiológico y motor, pudiendo actuar con cierta independencia. Es una señal de alerta que advierte sobre un peligro futuro y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a la amenaza.
Es importante entender la ansiedad como una sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones y que constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas estresantes. Así, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el manejo normal de las exigencias del día a día. Una ansiedad moderada puede ayudar al sujeto a mantenerse concentrado y afrontar los retos que tiene por delante. Tan sólo cuando sobrepasa cierta intensidad o supera la capacidad adaptativa de la persona, es cuando la ansiedad se convierte en patológica, provocando malestar significativo con síntomas que interfieren con las actividades normales de la persona. En tal caso estaríamos hablando de trastornos de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad como tal son un grupo de enfermedades caracterizadas por la presencia de preocupación, miedo o temor excesivo, tensión o activación y alteraciones del comportamiento que provocan un malestar notable o un deterioro clínicamente significativo de la actividad del individuo. Los trastornos de ansiedad tienden a empeorar si no se los trata adecuadamente.
TRASTORNOS DE ADAPTACION
A lo largo de la vida todas las personas nos enfrentamos a sucesos estresantes o negativos observando una gran diversidad de respuestas con las que poder afrontar el estrés derivado de dichas vivencias. La mayoría de estas reacciones no son graves ni prolongadas y no permiten establecer un diagnóstico psicopatológico, pero en otras ocasiones pueden ser causa de intenso malestar e interfieren en la vida de las personas.
De igual forma es necesario tener en consideración que en ocasiones a pesar del malestar experimentado, la vivencia de determinados acontecimientos también podría constituir una oportunidad de crecimiento. Así, la psicoterapia ayuda a identificar no sólo las diferencias individuales de afrontamiento, si no los aprendizajes que traen consigo los cambios vitales (ruptura o problemas de pareja, pérdida de trabajo, cambio de domicilio, diagnósticos de enfermedades, etc.)
Los trastornos de adaptación son una respuesta psicológica a uno o varios eventos estresantes que comportan la aparición de síntomas emocionales o de comportamiento alterados. Suelen reajustarse en un periodo corto de tiempo, aproximadamente seis meses. Si el malestar persiste y no tiene lugar el reajuste, la ayuda de psicoterapia se hace necesaria.
El desajuste suele caracterizarse por un deterioro en la actividad social, laboral o familiar. Suele presentarse con gran malestar y sufrimiento personal, que afecta su estado emocional de forma permanente.
TRASTORNOS RELACIONADOS CON SUSTANCIAS Y TRASTORNOS ADICTIVOS
- Alcohol
- Nicotina
- Drogas Ilegales
- Juego patológico
Dentro de los trastornos adictivos se incluye el juego patológico, que a pesar de no incluir la ingesta de sustancias, provoca reacciones y deterioro muy similares en el organismo y en la vida cotidiana del sujeto.
En las últimas décadas los trastornos adictivos se han convertido en un importante problema no sólo clínico sino también social por el aumento de su prevalencia y las consecuencias negativas derivadas de su consumo.
El consumo de drogas tanto legales (alcohol y tabaco) como de algunas ilegales (ej., cannabis, cocaína, drogas de síntesis, etc.) se ha extendido considerablemente en nuestra sociedad y en prácticamente todos los países desarrollados. Las personas suelen acudir en busca de ayuda por las graves consecuencias derivadas a distintos niveles como su salud, trabajo, vida familiar, laboral, etc.
La conducta adictiva es problemática cuando:
- Se realiza la acción con una frecuencia en mayor cantidad o durante un tiempo más prolongado del previsto.
- Existe un deseo persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el impulso de volverlo a hacer.
- Se dedica una gran cantidad de tiempo en las actividades necesarias para poder volver a hacerlo o para recuperarse de los efectos posteriores.
- Existe un fuerte y constante deseo o urgencia de volver a hacerlo.
- Aparecen fallos para cumplir con las principales obligaciones en el trabajo, la escuela o casa.
- Continúa realizando la acción adictiva a pesar de tener problemas sociales o interpersonales causados por ella.
- Deja de hacer o reduce importantes actividades sociales, laborales o recreativas.
- En vez de ir reduciendo, va incrementando el número de ocasiones en que realiza la actividad adictiva.
- Si se encuentra ante la imposibilidad de hacerlo, el malestar es considerable y afecta física y psicológicamente (enfados, sudoraciones, taquicardias, ansiedad, estallidos de ira, etc.)
TRASTORNOS ALIMENTARIOS
Los trastornos alimentarios tienen una gran relevancia sociosanitaria por su peculiaridad, su gravedad, su interés social, su complejidad y sus dificultades de diagnóstico y tratamiento. Estos trastornos agrupan un conjunto de problemas que se caracterizan por comportamientos, creencias y emociones anómalos sobre la alimentación, el peso y la forma corporal. Pueden ser:
➢ Pica. Ingestión de sustancias no nutritivas nutritivas (p. ej. papel, pelos, cenizas, etc.) de forma persistente. No suele acompañarse de aversión a la comida en general. Este patrón de ingesta presenta complicaciones físicas que pueden llegar a ser graves como por ejemplo obstrucciones intestinales o envenenamiento
➢ Trastorno de rumiación. se considera característica la regurgitación repetida de alimentos. Una vez el alimento ha sido parcialmente digerido es devuelto a la boca sin asco ni náuseas. La malnutrición suele estar presente en este trastorno y en ocasiones se rechaza comer fuera de casa para no exhibir estos episodios de regurgitación en público
➢ Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos. cabe señalar que la característica esencial es evitar o restringir el alimento, lo cual puede tener consecuencias importantes de pérdida de peso y nutricionales. Aunque se puede producir un importante deterioro físico como en la anorexia nerviosa, no se da en un contexto de excesiva preocupación por el peso o la forma corporal.
➢ Anorexia nerviosa. la característica principal gira en torno a la pérdida de peso por propia voluntad de la persona. Llevándola a alcanzar rangos de masa corporal insano. Las personas que padecen este trastorno tienen miedo a engordar aun estando en infrapeso. Todo ello se acompaña de una alteración de la imagen corporal caracterizada por una excesiva valoración del concepto del sí mismo en función de conseguir una determinada apariencia, en este caso un aspecto más que delgado, demacrado. Además cabe señalar que en este trastorno en particular o en los trastornos de la conducta alimentaria en general hay una motivación con significación personal por controlar la ingesta, y así también la forma corporal.
➢ Bulimia nerviosa. Se caracteriza por episodios de atracones (ingesta voraz e incontrolada), en los cuales se ingiere una gran cantidad de alimento en poco espacio de tiempo y generalmente en secreto. Las personas afectadas intentan compensar los efectos de la sobreingesta mediante vómitos autoinducidos y/o otras maniobras de purga (abuso de laxantes, uso de diuréticos, etc.) e hiperactividad física. Muestran preocupación enfermiza por el peso y figura, pero no se producen necesariamente alteraciones en el peso. Las tres características esenciales de este cuadro pueden resumirse en la pérdida subjetiva de control sobre la ingesta, las conductas destinadas al control del peso corporal y la preocupación extrema por la figura y el peso corporales.
DUELO
La palabra “duelo” proviene del término latino “dolus” que significa dolor. Durante miles de años la gente ha estado elaborando duelos, recurriendo a los medios de los que entonces disponía para que les ayudaran a resolverlos. Sin embargo, el paso del tiempo y los cambios acontecidos en nuestra sociedad se han visto reflejados en un nuevo enfoque, puesto que en muchas ocasiones carecemos de ese sentido de comunidad y de familia extensa que proporcionaba apoyo en épocas anteriores, y eso hace que cada vez en mayor medida las personas que han sufrido una pérdida pidan ayuda a los profesionales de la salud mental.
Para entender la experiencia de la pérdida, suele ser útil reconocer su omnipresencia en la vida humana; perdemos algo con cada paso que avanzamos en el viaje de la vida, desde las cosas más concretas, como personas, lugares u objetos, hasta las más inmateriales, pero no por ello menos significativas. Cada una de estas pérdidas inevitables va acompañada de su propio dolor y nos afecta de una manera particular.
El duelo podría definirse como la respuesta natural a la pérdida de cualquier persona, cosa o valor con la que se ha construido un vínculo afectivo, y como tal, se trata de un proceso natural y humano y no de una enfermedad que haya que evitar o de la que haya que curarse. La expresión del duelo incluye reacciones, que muy a menudo se parecen a aquellas que acompañan a trastornos físicos, mentales o emocionales. Es importante ser muy cauteloso en la interpretación de ciertas expresiones de duelo que pueden aparecer como patológicas y ser, en realidad, manifestaciones totalmente naturales y apropiadas, dadas las circunstancias particulares de la pérdida: sentimiento de tristeza intensa, rumiación acerca de la pérdida, insomnio, pérdida del apetito y pérdida de peso.
En algunos casos, el proceso de duelo puede no seguir un curso normal, complicándose y produciéndose alteraciones importantes en la vida de las personas que lo experimentan, lo cual se conoce como duelo complicado, patológico, anormal o traumático.
En ocasiones, el propio doliente puede ser consciente de que el duelo sigue un curso anormal, puesto que interfiere notoriamente en su funcionamiento general y esto le lleva a buscar ayuda especializada; sin embargo, no siempre se relaciona el malestar que experimenta con un duelo no resuelto, acudiendo en estos casos por un problema de tipo médico o psiquiátrico.
Los síntomas de alarma ante un duelo que puede comenzar a ser patológico son:
- pensamientos intrusivos sobre el fallecido
- añoranza constante
- incapacidad de disfrute o desconexión de la pérdida
- búsqueda del fallecido
- aislamiento social
- falta de metas y/o inutilidad respecto al futuro
- sentimiento de indiferencia ante la vida
- ausencia de respuesta emocional ante eventos positivos
- dificultades para aceptar la muerte o culpabilidad hacia ella
excesiva irritabilidad, amargura y/o enfado en relación a la muerte.